No salgo de mi asombro. Cuando todo parecía apuntar que el cachorro se estaba integrando en la manada, recibe una bofetada de la realidad. Hoy parecía un día tranquilo, aunque comenzaba con un extraño suceso. Cuando se acercaba a la jungla, vio al Tucán que se marchaba, le pareció extraño, ¿a primera hora de la mañana y ya abandonaba la isla? ¿Acaso había llegado ya la época de migración? Con paso cauto se acercó a la independiente y le preguntó.
Tras informarse, descubrió que hoy era el cumpleaños del anciano y el Tucán iba por un presente para demostrarle entre todos su apoyo, bueno, entre casi todos, pues la manada no había contado con el joven cachorro. La independiente salió por algo de comida para celebrar un festín. En aquel lugar era tradición celebrarlo cuando acontecía un evento así. Tanto para el presente, como para el festín, el cachorro fue excluido. Ni se le permitió plasmar su huellita en una piedra con el resto de huellas de la manada.
Al cachorro le daba igual todo aquello, sabía que no podrían pasar de él asi como así. En el último momento, la independiente se giró y llamó al cachorro para que se cubriera bajo su protección, entregó algo de comida y se apartaron de la manada. El cachorro no se podía sentir más incómodo, sabía que aquel no era su lugar, pero que no le quedaba otra que ir. Una vez más se demuestra que la realidad es más dura de lo que parece, que se puede excluir a alguien sin quererlo y que eso hace más difícil la convivencia.
Si la nueva jungla parecía lanzar algunos rayos de luz sobre aquel cachorro, él tenía claro que cada día era más oscuro aquel paraje. Que tenía los días contados allí y que solo se lamentaba porque los días no pasaban más rápido.
18 sept 2008
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