Pasamos una semana inolvidable. Un grupo de chicos y chicas de 22 años en un lugar preparado para el ocio, ¿qué más se puede pedir a esa edad? Nos daban igual los monumentos, la cultura, lo que queríamos era estar con los nuestros y no olvidarlo nunca. No se trataba solo del destino, sino de la compañía. Ver a mis amigos en aquellas playas paradisíacas disfrutando con un coco y una toalla, verles sonreír, oír sus carcajadas, fue increíble. El día que teníamos que volver fue, por un lado dulce y por otro amargo. Sabía que a muchos de ellos no les volvería a ver, pero también sabía que me llevaba un buen recuerdo. No fue el mejor momento de 2008, sino que fue el mejor momento de mi vida.
Muchas gracias, por esas risas, esas charlas, las copas, los bailes… ¿alguien me pide una caipirinha?